jueves, 12 de noviembre de 2009

CON GRIPE Y ACHÚS



Desde la mañana del martes, una persistente erupción mucosa chorrea de mis fosas nasales. Me limpio con papel higiénico blanco. El tachito de basura está lleno de papeles que lanzo. Menos mal, desde la tarde del miércoles tomé las salvadoras pastillas "PANADOL ANTIGRIPAL" (sí, el que recomienda nuestra campeona surfista Sofía Mulanovich). Gracias, Sofí: chévere contigo, gringa.


Ayer a las 10 de la mañana hablé con mi amigo Miguel Mori por teléfono. Él es periodista radial y me realizó una pequeña entrevista sobre la presentación del libro que pronto traeremos a Tacna, también me pidió una opinión sobre los actuales problemas que afronta la universidad donde estudio (los basadrinos estamos huérfanos de rector).

-Rogger, por lo visto estás agripado. Tu voz es distinta.
-Claro, Miguel, el culpable es el clima.

Las preguntas y respuestas fueron las esperadas. Hasta que llegamos al punto en que me dijo que si yo quería agregar algo más.

-EH, mira, cuando presentemos el libro, a fines de noviembre, calculo, también convocaremos a otros jóvenes escritores que no encuentran la manera de publicar sus libros.

Terminé con esa linda frase que ya hasta sentí que hacía una campaña política. Sólo me faltó recibir aplausos para sentirme un aprendiz político imberbe. Claro, con la nariz enrojecida y la voz agripada, como que no fue un buen día para hablar radiofónicamente ante todo Tacna.

Ya en la universidad, en el salón de clases, mi amigo caricaturista, César Carpio, me felicita por mi minidiscurso en la radio. Por lo menos, así esté constipado, se me reconoce vocalmente.

Tener gripe es catastrófico, por lo menos para mí y para el pantagruélico BROCK LESNAR (que pesa 120 kilos y mide 1,91. Es peleador de la UFC). Increíble que un resfrío pueda tumbar a tan fuerte hombre. !Salud, Brock! Achússs!

martes, 10 de noviembre de 2009

PARA MI PAPÁ, ROGELIO (me dio la vida, mi amigo del alma)

Es difícil ser padre y amigo al mismo tiempo. Difícil pero no imposible. Y tú eres el más locuaz ejemplo de cómo la amistad también puede enlazar largamente a un padre con su hijo.

Quizás sin ti yo nunca me hubiese animado a leer y, menos aún, a escribir. A mis 8 añitos, acariciaba la idea ser un gran karateca. Y tú feliz me llevabas al dojo Kanazawa. Me llevabas en bicicleta porque yo mismo te lo pedía, papá. Era lindo que el aire me diera en la cara -y me despeinara- y saber que tú estabas ahí sonriendo con algunas galletas en tu bolsillo, las que me dabas apenas llegábamos al dojo.

Fue en la secundaria cuando me enseñaste muchas cosas sobre las mujeres y sobre cómo hacerme respetar frente a otros chicos que intenten molestarme con insultos y apodos de mi desagrado. Claro, no te conté de las peleas cuerpo a cuerpo. Pero sabes, en las 5 peleas que tuve tumbé a mis rivales al piso, los sometí y salí sin ningún raspón en la cara (quizás por eso no te dabas cuenta). Pero no te dije muchas de esas cosas porque no quería preocuparte. Aprendí a ser el victorioso gallo peleador que me aconsejabas ser.

Ingresar a la universidad no fue tan fácil para mí. Y tú lo sabes. Acá en la ciudad muchos postulan 2, 3 hasta 4 veces y, con suerte, ingresan. Somos pocos los que ingresamos en la primera postulación. De cada 15, ingresa 1. Y ahí estabas tú para abrazarme y celebrar conmigo, con la abuelita y con el gato. Eres testigo de las madrugadas en que yo me quedaba estudiando las separatas y analizando los libros que me dejaban ojeroso al día siguiente. Me traías el desayuno y conversábamos de las noticias que gritaba algún loco locutor de la radio.

-Mi futuro periodista – me dijiste con esa diáfana y muy viril voz tuya, al escuchar mi nombre entre la lista de nuevos universitarios del año 2006.

Recuerdo esa noche en que llegaste pasado de copas. Era la primera y única vez que te vi cayéndote de un lado a otro, ya en tu habitación, cuando te ayudé a recostarte y a abrigarte con las sábanas. Era la primera vez que yo sentí que te protegía. Y en mi infancia, seguramente la misma sensación cálida y paternal saltaba en tus venas y en tu corazón.

Eres el más animado con la publicación de mi libro “LA DAMA DE NEGRO y otros cuentos”. Siempre me alentaste a escribir un libro. Y te pido ahora que escribas, papá. Mira, apenas yo acabe la universidad y cobre mi primer sueldo, prometo auspiciar la publicación de un libro de tu autoría. Sé que es uno de tus sueños más grandes y quiero ser el mago que te haga realidad esa fantasía literaria que tanto deseas.
Te prometí que cuando tenga mi primer auto, pasearíamos los dos por toda la ciudad e iríamos a la playa a broncearnos como dos felices cangrejos. Estoy ansioso por apreciar la cara de alegría que pondrás el día en que yo te presente a mi futura esposa y, años después, cargues en tus brazos al nieto que desde hace tiempo me pides. Serás el abuelo más cariñoso del mundo. Te quiero por ser así, por ayudarme, por soportarme, por enderezarme. Sin tu ayuda, yo hubiera sido otro Rogger, uno que quizás ni siquiera hubiese podido publicar en este blog la carta que te dedico.
¡¡Amigos por siempre, Papá!!