domingo, 15 de agosto de 2010

NO SE LO DIGAS A NADIE


A Sebastián todo le va bien, hasta el momento. Con la familia la conversa va bien, los abrazos y sonrisas. Se la pasa happy en la universidad (aunque medio dormido) con sus compañeros y profesores. El azar cada dos o tres días provoca un (re) encuentro con un(a) amigo (a) que hace tiempo no veía, y lo celebran. En el trabajo su Jefe lo trata estupendamente, así como el resto del personal; excepto una que apenas lo vio, lo odió.

Sebastián no sabe con precisión si La Gordita (gorda + enana) que tanto le mira feo e insulta en secreto tiene alguna razón valedera para tratar tan mal a él en su calidad de joven practicante. Él la torea, no le habla, ni le mira, mientras ella suelta burradas y desatinos que sólo ella parece entender, porque Sebastián parece estar en una nube, lejos del daño con que La Bruja Cilíndrica quisiera envenenarlo, blindado en dedicarse a su trabajo y no a niñerías (aunque ya le grabó un audio secreto que podría derribar esa falsa actitud serena de la paquidérmica). Sospecho que ella envidia el éxito y la amistad que mi amigo Sebastián se gana rápidamente en los lugares que va.

Aunque ella se jacta de ser profesional y llevarle como 20 años de diferencia a Sebastián ( 20 años, son-riendo ), la inmadurez bulle en la boca obesa de ella que Sebastián imagina como la válvula de escape de las vacas. La Gordita se estira al máximo, apenas llega a la axila de Sebastián, que alto no es. 

Sebastián, en el fondo, le agradece a La Gordita su crueldad, ya que pone a prueba el temple y la imperturbabilidad de él. No comprende la bipolaridad de La Ñoña que cuando habla en público es tan pacífica como una saNcerdotisa , pero cuando lo vilipendia es tan corrosiva como una arpía que no vuela (por el sobrepeso cárnico). 

!Salud y felicitaciones, flaco Sebastián!  (eres todo un caballero).