miércoles, 4 de abril de 2012

El mago del alambre

Caminaba de noche por el centro de la ciudad con mi gran amigo Rómulo. Tras varias cuadras, pasando por el concurrido Pasaje Vigil, nos percatamos que casi al final del camino unos artistas callejeros exhibían sus productos encima de unas telas negras de corte rectangular.

-¡Vamos, Rómulo! –le dije animadamente.
-Ya, Rogger, vamos.

Primero me atrajo la atención un puesto de “shakiras”, que son pulseras artesanales trenzadas de pitas, cuerdas, hilo, cuero y otros materiales. Una chica preguntaba acerca de las shakiras, se las probó, aceptó el coqueteo verbal del vendedor…pero al final no compró nada y se fue.

Di dos pasos hasta el puesto y me acuclillé para elegir. El vendedor, de cabellera hippy castaña y con camisa a cuadros, me dijo que la shakira que yo sostenía costaba 10 nuevos soles (mi experiencia de usuario me decía que a lo sumo costaría 5).

Espantado por el sobrevalorado precio, decidí ojear el puesto siguiente: figuras de alambre. De lejos, no me atraían, pero de cerca contemplé su textura y diseño. Me gustaron.

-¡Qué te parece este dragón, Rómulo!

Maravillado, levanté un dragón de alambre que tenía el cuerpo azul y la cabeza dorada como la melena de escamas que le colgaba. Recordé así que según el horóscopo chino Rómulo y yo somos del Signo del Dragón, por haber nacido en 1988. Y este 2012 es "El Año del Dragón".

“Ese cuesta 8 solcitos, amigo. Tengo más colores, mira”, me dijo de buena manera el artista, que llevaba una gorra beige claro y una polera azul oscuro. Su mano me alcanzó amablemente dragones de color verde, rojo y azul.

El precio me pareció amigable y válido. Había además figuras en alambre doblado de distintos colores de caracoles, bicicletas, autos, corazones y de lo que más me interesaba: dragones de varios colores, un guitarrista solitario iluminado bajo un poste, un escorpión negro tamaño de mi mano. Los agarré y revisé detenidamente su estructura. Era compacta, armoniosa y portátil.

Rómulo también veía emocionado y decidió comprar un corazón y un caracol, luego de una triple y amplia conversación sobre gustos y colores entre el artista, Rómulo y este pechito.

El artista fue práctico y, a pedido de Rómulo, inmediatamente cogió su pequeño alicate y dio hábiles dobleces a un largo alambre para formar en el centro del corazón de alambre el nombre de la enamorada de mi amigo: Lucero.

-¿Puedo tomarle fotos a tus trabajos?
-Sí, claro, normalazo.

Saqué mi celular anaranjadito y presione el botón fotográfico. Estuve tentado de comprar algo, pero para mi mala suerte anduve con el bolsillo con apenas 5 soles, planeando volver en una próxima ocasión a comprar un buen trabajo artístico que además significa apoyar al talento urbano.

El artista del alambre me dijo que estaría una semana más vendiendo en la intersección del Pasaje Vigil y la Avenida Bolognesi.