El domingo 28 de febrero habrá un
torneo donde por primera vez soltaré los puños y patadas que
sudorosamente practiqué en el
dojo. Espero no perder en mi primera ronda de (
kumite) peleas. Quiero darle el orgullo de ganar por lo menos a uno, así, los amigos que me acompañen tendrán una positiva idea de mi desempeño. No será tan fácil como lo pensé, ya que no habrá categorías por peso. Sutil desventaja.
Mis 70 kilos y 1,65 de estatura tienen desventaja en el caso de toparme con un contrincante
altote de 1,80 que pese unos 80 kilos. Claro que si me toca
kumite con un liliputiense de 1,55 y que pese sus 60
kilitos, lo derribaré fácilmente. Sin embargo, me preocupa que no haya división de categorías por peso, eso atenta contra las marcadas diferencias físicas.
Dicen que en los torneos regionales que convoca la Federación Peruana de
Karate (
FPK), sí hay categorías según el peso. Entonces, para esa sagrada fecha, bajaré 4 kilos para tener una ligera ventaja en la categoría de los 67 kilos, según dijo mi
sensei Jorge.
Por estos días, el calor me sigue ahogando con sus tardes calurosas mientras me ducho 4 veces al día con agua fría y
muuuuuuuchas metidas de cabeza en cubetas con hielo.
Mi gato
Marti sigue igual de glotón y dormilón (hasta a veces me bota de mi cama pantera), sólo que ahora pretende ensayar sus arañones contra mis manos cada vez que lo saco de mi cuarto cuando debo salir a la calle por varias horas. “Oye,
Marti, no te pases, pues, gato mimado, que este cuarto es mío y sin embargo pretendes
botarme”, le digo, pero él sólo me devuelve
miaus y ronroneos que me acaban dejando como un padre con el corazón chocho,
felicísimo por su crío que le habla.

Hace poco, hay una pelea sin cuartel entre dos de mis escritores favoritos:
Beto Ortiz vs Jaime
Bayly (
foto de arriba). Aunque más admiro a Jaime (y votaré por él para que sea Presidente del Perú –en un post futuro lanzaré mi post político-), debo decir que me parece que ambos se van
deschavando (soltando) precipitadamente.
Beto sospecha que el libro que va a publicar Silvia (la actual pareja de Jaime) fue escrito en verdad por Jaime. O sea, la chica es pura pantalla, pura facha, en la idea de
Beto. Y Jaime le dice que no se meta, que no cometa el atroz delito pirático de seguir leyendo algunos fragmentos sueltos del (supuesto) manuscrito del libro de Silvia.
Beto ahora se mofa en su programa televisivo haciéndose pasar por pirata, sólo le falta disfrazarse y ponerse una pata de palo más un garfio.
Beto Ortiz (ver abajo)
El
show mediático ya capturó la atención de toda la prensa peruana. Más aún cuando ahora Jaime reeditó 4 de sus libros,
autocorregidos y mejorados (según dice él mismo) en la editorial Alfaguara.
Beto, sospecho, encontró un posible camino para que el resonar internacional que tenga esta noticia lo haga ser mencionado en otros países (donde no goza de mucha lectoría) como
el némesis de Bayly.
¿Acaso es el salto a la fama multinacional?
Al final de este oscuro túnel de dimes y
diretes mutuo, sólo el público se gana conociendo más las actitudes y
comportamientos de sus personajes. Es como si se desnudasen para beneplácito de la prensa.
Espero que con el paso de estos días las aguas se calmen entre ambos.
Toda guerra exige ataques y contraataques, como el ajedrez, hasta que uno dé el jaque-mate. Igual, sigo concentrado en el entrenamiento, porque –como dijo el héroe peruano
Bolognesi-
tengo deberes sagrados que cumplir.