Para mi suerte, casi todos los profesores de matemática que tuve, me parece, se dieron cuenta de mis incesantes y fallidos intentos. Salía a la pizarra para resolver un problema planteado ante toda la clase.
-Quien halle la respuesta y el modo de llegar a ella, tendrá un punto más en el examen final.
Todos hervíamos entre multiplicaciones y divisiones, cálculos, consultas al formulario. Sin embargo yo llegaba a un resultado.
-Profesora. El número final es 297.
-Escríbelo en la pizarra, Rogger.
Entonces yo caminaba glorioso, triunfante, pitagóricamente iluminado. Escribía todo lo que anotaba en mi fiel cuaderno cuadriculado. Al acabar, la profesora Elisabeth veía mis números temblorosos, mis garabatos de apariencia prehistórica.
-No sé qué hiciste, pero llegaste al resultado.
Sumaba por aquí, quitaba por allá, modificaba las fórmulas. Era un brujo de los números. Pero un brujo inexacto, lo cual es suicidio matemático. Luego toda la clase se reía de mi inexactitud, yo también. Nunca me ofendió saberme tonto en matemáticas. Hasta yo presumía cuando en un examen aprobaba con 11.
Cuando pasarían los años, la misma profesora me diría en persona (en una cevichería donde nos encontramos por pura casualidad) la verdad. La hasta entonces misteriosa verdad por la que aprobé con un 15 en su materia.
-Es que tú eras muy empeñoso. Aunque no aplicabas correctamente las fórmulas, lo intentabas una y otra vez. Terco, como un Quijote contra los molinos de viento. Por eso, te aprobé, perseverante.
Entonces yo le agradecí, la abracé intensamente, como nunca antes abracé a una profesora. Sin ella, quizás yo ahora estaría repitiendo eternamente toda la secundaria. Por eso, le prometí en esa misma cevichería que, el día en que yo pueda publicar libros, ella estaría en la dedicatoria principal. Para la profe Elisabeth, por apoyarme cuando más frágil estuve.
***
Ya era 18 de diciembre. Esa noche mi madre fue a recoger la libreta. Yo estaba temeroso de que el día 20 llegase, el momento esperado para ver los ahorros que mi alcancía conservaba. Debía de ser algo de 60 soles, según lo trazamos en una hoja cuadriculada de mi cuaderno.
Gracias a la profesora Elisabeth, pude zafar del posible problema que me provocaría una nota mala, una cicatriz académica. El 15 amplió la sonrisa de mi madre y de mi padre. Entonces, ya en privado, al llegar a casa, mi padre me dio dos billetes de 20 nuevos soles, a modo de recompensa. Al tener la solución en mis manos, fui corriendo a la tienda de la calle aledaña a cambiar ese dinero en monedas de a sol. Y así fue, compré unos Chizitos grandes. Costaba 2 soles con veinte céntimos. Todo el sencillo fue directito a la alcancía. Esa noche, cuando mi madre y yo rompimos el chanchito, no hubo problemas.
Si la profesora Elisabeth no me hubiera salvado de las matemáticas, seguramente hubiera pasado un mal rato con mis padres, quizás una mala navidad privada de regalos para el niño de la casa, que era yo.
-Quien halle la respuesta y el modo de llegar a ella, tendrá un punto más en el examen final.
Todos hervíamos entre multiplicaciones y divisiones, cálculos, consultas al formulario. Sin embargo yo llegaba a un resultado.
-Profesora. El número final es 297.
-Escríbelo en la pizarra, Rogger.
Entonces yo caminaba glorioso, triunfante, pitagóricamente iluminado. Escribía todo lo que anotaba en mi fiel cuaderno cuadriculado. Al acabar, la profesora Elisabeth veía mis números temblorosos, mis garabatos de apariencia prehistórica.
-No sé qué hiciste, pero llegaste al resultado.
Sumaba por aquí, quitaba por allá, modificaba las fórmulas. Era un brujo de los números. Pero un brujo inexacto, lo cual es suicidio matemático. Luego toda la clase se reía de mi inexactitud, yo también. Nunca me ofendió saberme tonto en matemáticas. Hasta yo presumía cuando en un examen aprobaba con 11.
Cuando pasarían los años, la misma profesora me diría en persona (en una cevichería donde nos encontramos por pura casualidad) la verdad. La hasta entonces misteriosa verdad por la que aprobé con un 15 en su materia.
-Es que tú eras muy empeñoso. Aunque no aplicabas correctamente las fórmulas, lo intentabas una y otra vez. Terco, como un Quijote contra los molinos de viento. Por eso, te aprobé, perseverante.
Entonces yo le agradecí, la abracé intensamente, como nunca antes abracé a una profesora. Sin ella, quizás yo ahora estaría repitiendo eternamente toda la secundaria. Por eso, le prometí en esa misma cevichería que, el día en que yo pueda publicar libros, ella estaría en la dedicatoria principal. Para la profe Elisabeth, por apoyarme cuando más frágil estuve.
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Ya era 18 de diciembre. Esa noche mi madre fue a recoger la libreta. Yo estaba temeroso de que el día 20 llegase, el momento esperado para ver los ahorros que mi alcancía conservaba. Debía de ser algo de 60 soles, según lo trazamos en una hoja cuadriculada de mi cuaderno.
Gracias a la profesora Elisabeth, pude zafar del posible problema que me provocaría una nota mala, una cicatriz académica. El 15 amplió la sonrisa de mi madre y de mi padre. Entonces, ya en privado, al llegar a casa, mi padre me dio dos billetes de 20 nuevos soles, a modo de recompensa. Al tener la solución en mis manos, fui corriendo a la tienda de la calle aledaña a cambiar ese dinero en monedas de a sol. Y así fue, compré unos Chizitos grandes. Costaba 2 soles con veinte céntimos. Todo el sencillo fue directito a la alcancía. Esa noche, cuando mi madre y yo rompimos el chanchito, no hubo problemas.
Si la profesora Elisabeth no me hubiera salvado de las matemáticas, seguramente hubiera pasado un mal rato con mis padres, quizás una mala navidad privada de regalos para el niño de la casa, que era yo.
11 comentarios:
Roggersiñoo que lindaa tu profee, de veras, y que bueno saber que le hayas dado un jaque mate a las mate, que a mi tampoco me simpatizan, es más nunca me lleve con ellas, pero igual no sé si adivinaba la rpta pero ahi estaba la rpta correcta jajaja :D
cdteeee
Me ha encantado...
El lunes es mi cumpleblog y hay un regalito para mis seguidores.
Muchos besos.
Hola cielo una buena profesora de saco del apuro y eso no se olvida
un beso
Hola Rogger, esos profesores se hacen de querer
Besos.
para tí eran las matematicas asesinas para mi lo era filosofia no es que yo idoase el curso para nada lo sobre llevaba solo q no me gustaba que me dijeran que leer yo leo pero no cuando me lo imponen (almenos eso era en la sec)recuerdo q tenia una profe de lo mas odiosa para 2de sec. me puso en la libreta 02 en primer bimestre, lo siguiente fue pura venganza porque le respondi de mala manera y tuve un lio con ese cero dos no me daba por mas q estudiara, asi que me dedique hacerle guerra (q esperabas era una niña me comporte como tal). bueno ya me diste alunas ideas para mi blog asi que tomare copiare relativamente tu tema, no creo te molestes ya que me quieres mucho y me aguantas todo jejeje.
de tu querible ciberamiga (jaja)
A responder, con musiquita: (laa)(la)(laaa)
KARENINA:
Creo que somos dos brujos de los números, jajaja...
Gracias por la visita , Karen, y por haberme ayudado cuando fui a Lima.
;)
ANA:
:D
!!!El lunes somos fiesta!!!
Espero haya mucho champagne y hartos bocaditos y rico plato de fondo (carne a la parrilla).
Nos vemos
;P
LUNA:
Siempre le estaré agradecido. Te cuento, mi memoria jamás olvida a las personas que me ayudan (mis amigos más cercanos saben de mi verdadera gratitud).
Que tengas un buen fin de semana, Luna querida.
EMY:
Así es. Hay profesores que logran enseñar no sólo a nuestro cerebro, sino también al corazón.
Yo, por suerte, tengo 5 profesores que viven en la parcela más amistosa de mi corazón.
Besos para ti, EMY.
ALEXIA:
Hum, claro que me agrada la idea de que escribas un post sobre esa materia académica que nos asusta. Burr...jajaja.
:D
My ALE, QUERIBLE ALE.
;P
Sé que puedes lograr muchas cosas en la vida. La filosofía tampoco es mi especialidad, te cuento, suelo filosofar de noche con mi almohada y mi gato. Los tres en la cama.
Besotes para ti, que tengas un estupendo fin de semana.
Realmente siempre recordamos a las personas que nos han valorado el esfuerzo y el interés.. Ellas son buena gente. También yo tengo en el corazón a los profesores que me alentaron a escribir. Y de los profesores de matemáticas no recuerdo nada positivo,eran fríos y sólo valoraban resultados..Ninguno de ellos sabía explicar bien..
Bien por el post y por tu sinceridad..
Mi abrazo y mi apoyo Rogger.
M.Jesús
Pero como te las ingenias para safar eh!! Es que bueno... cuando alguien es inteligente pasa viste? :P
Siii que lo sos, no digas mas eso que sos burro y te lo digo en serio.
Siempre hay en el secundario una profesora que queda presente por alguna actitud gloriosa, eso si, es una en muuuchas jaja!
Yo tmb lo extraño :( pero ya vamos a charlar y contarnos las cosas sip?
:)
Te quiiiiieeeeeeroo!
besote enooooooooooooooorme
hola roger, tremendo, te las ingeniabas para todo por lo ke veo, jjajajajjja, yo esperaba, ver tu reaccion de chico descubierto con las trampas, ke hacias en tus ahorros del infeliz marranito, ke nunca pudo engordar, porke le volabas su alimento, y el dia ke le diste la suficiente comida, lo sacrificaron entre tu y tu mami, jjajajjajajja, espero en verdad el dia ke publikes tu primer libro, te acuerdes de tu maestra elizabeth, desde ahorita me anoto de testigo para constatarlo he, jjajaja, bueno como siempre es agradable leerte, das humor a tus relatos, un abrazo y bendiciones con amor...luz estrella
Gracias, MAJE, MARÍA JESUS.
Es así, hay profesores de todo tipo. Pocos realmente me han enseñado cosas que nunca olvidaré.
Yo quisiera ser profesor, algún día, demostrar que la educación también puede ser entretenida.
MARU:
Gracias por las palabras de ánimo.
Te quiero mucho, Maru, mi Ché favorita. Besotes para ti. Me alegro mucho siempre que sé de ti.
Abrazoooote...:D
ESTRELLA:
También contaré aquellos ardides que no me salieron bien. Donde caí, como se dice.
Jajajaa...me alegra que te haya gustado el relato.
Un abrazo, amiga ESTRELLA.
;)
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